No sé dónde vas, ni tu nombre,
desconozco los pasos
que te llevan de mañana al andén
pero me gusta pensar
en tu apartamento repleto de
discos,
la cocina roja y una taza de café
apurada justo antes
de que tropiece contigo otra vez,
como si
corriéramos contrarreloj, contra
la lógica
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