A por el tiempo



Siempre voy a por el tiempo
no dejo que llegue
con la tranquilidad de las estaciones
o el irregular flujo horario
desparramado por la esfera blanca
del reloj.
Las hojas que el viento lleva
corren contra mis pies
remolino predecible, porque
lo sé, me anticipo al instante
de que cubran las botas
y, por un momento, perder
la posición de los pies sobre el suelo.

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