El pulso de la ciudad


La ciudad late
en esta gente que compra un café
y monta en bicicleta
camino del trabajo.
El frío es gris y
casi duele en los ojos,
pero es un frío purificador.
Miradas aún asustadizas bajo los gorros
parpadean frente a los chorros de luz
arrojados por los faros de los coches.
Todo despierta y se abre lentamente más
a la aventura de la intemperie, vive.

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